18 Noviembre, 2024

MÁS ALLÁ DEL PESO

Quizá te haya dicho tu médico que debes hacer ejercicio físico y bajar de peso para cuidar tu salud o hayas escuchado que la inactividad y la obesidad aumentan el riesgo de padecer diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, artrosis de rodillas, cáncer, enfermedades renales, pancreatitis e incluso depresión, demencia o esquizofrenia. Así es, en apenas tres semanas de inactividad las arterias se vuelven más rígidas, las células pierden capacidad para extraer oxígeno de la sangre, aumenta la cantidad de insulina requerida para almacenar el exceso de glucosa en la sangre y la grasa visceral aumenta en torno a un 7%. Los adipocitos o las células de grasa promueven una inflamación de bajo grado que es el caldo de cultivo para la aterosclerosis, la resistencia a la insulina, la neurodegeneración y la proliferación de tumores. En definitiva, es como si una máquina del tiempo te llevara 30 años hacia adelante.

Por el contrario, el tejido muscular, al contraerse, segrega una serie de proteínas que se comunican con la mayoría de órganos a través de la sangre y frena todas estas alteraciones. La evidencia científica indica que un mayor nivel de masa, fuerza y función muscular se asocia con mayor longevidad, menor riesgo de enfermar o de sufrir caídas y fracturas osteoporóticas. Dicho esto, te habrás dado cuenta de que la báscula no nos aporta gran información acerca de nuestra composición corporal, la distribución de la grasa y la cantidad de masa muscular. Con la edad las mujeres pierden mayor cantidad de masa muscular y acumulan más grasa alrededor de las caderas tras la menopausia, mientras que en los hombres tiende a acumularse alrededor del abdomen y a infiltrarse en los órganos como el hígado o el páncreas.


El estudio “NHANES” realizado en EEUU concluye que el índice de masa corporal o IMC (peso/altura2) subestima el número de personas con obesidad, sobre todo en mujeres. Únicamente teniendo en cuenta esta relación entre el peso y la talla, el 35% de las mujeres adultas estadounidenses fueron clasificadas como obesas. Sin embargo, al realizar una medición de su composición corporal por bioimpedancia (un método sencillo y rápido que mide la resistencia y la reactancia que ejercen los tejidos a través de corrientes eléctricas) reveló que el 64% presentaba obesidad (≥30% del peso en forma de grasa).

Si estás siguiendo un plan de entrenamiento o una dieta, incluso en el caso de pacientes frágiles y con posible malnutrición, una medición de bioimpedancia puede mostrarnos la evolución en la grasa total y visceral, en la masa muscular segmentada (brazo derecho, brazo izquierdo, tronco, pierna derecha e izquierda), que se utiliza para el diagnóstico de sarcopenia, así como la cantidad y la distribución del agua corporal que pudieran indicarnos una posible deshidratación o una retención de líquidos. Un parámetro más novedoso conocido como “ángulo de fase” es un indicador de pronóstico de enfermedad. En personas con enfermedades crónicas o degenerativas, el ángulo de fase es bajo, influenciado por una menor cantidad y calidad de células musculares. En Clínica TDN - Consulta Dr. Azcárate acercamos la ciencia a la práctica clínica personalizada con tecnología vanguardista como la bioimpedancia.

Autor: Erreka Gil Rey. Dr. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Profesor de CAFyD en la Universidad de Deusto. Rehabilitador en TDN Clínica.